Generalmente pensamos que, ya que somos solo una persona, las cosas
buenas que hacemos no pueden marcar una gran diferencia en el mundo.
También utilizamos esta excusa para justificar nuestros momentos “no tan
buenos”.
El concepto de que una persona puede causar un gran impacto en
el mundo suena bien al escucharlo, pero puede ser difícil de asimilar.
Para
entenderlo en un nivel más práctico, podemos ver dos tipos de personas a
través de la historia: están las personas que etiquetamos como “los
chicos malos”: Adolfo Hitler, Yosef Stalin, Osama Bin Laden; y están las
personas que llamamos “los buenos”: La Madre Teresa, Martín Luther
King, Jesús Cristo. Estos son sólo algunos ejemplos.
Al observar
estas dos listas, no debería haber duda de que una persona tiene dentro
de sí el poder para influenciar a miles de millones de individuos. Es
más, sin importar en cuál lista se encontraban, ellos eran iguales en el
deseo de afectar las vidas de incontables personas.
La diferencia entre
ellos es que un grupo estuvo impulsado por deseos egoístas mientras que
el otro estuvo motivado por un deseo incansable de compartir.
La verdad es que, todos tenemos el poder para afectar al mundo, y ya
sea que lo sepamos o no, ya lo hacemos. En la actualidad, la ciencia ha
probado lo que los muchos maestros escribieron y dijeron cientos de años atrás: No
existen las acciones pequeñas. Todo lo que realizamos posee una energía y/o
inteligencia que produce innumerables efectos dominó.
Con este
conocimiento, podemos entender que no necesitamos ser la Madre Teresa
para que nuestras acciones creen un vasto cambio en el mundo mientras
obtenemos también el gran sentido de responsabilidad que tenemos el uno
por el otro.
Es muy importante saber que no sólo puedes, sino que sí marcas la diferencia.
Una
vez que entendemos la influencia que verdaderamente acarrean nuestras
acciones, podemos ver la necesidad de transformar nuestros deseos
egoístas en deseos por compartir, y al hacerlo nos volvemos uno de “los
buenos” comprometidos a crear un mundo mejor.
Yehuda Berg
"Yo decreto, aquí y ahora, hacer reinar permanentemente el amor, la paz y la alegría, en mí y alrededor de mí, para mi más alto beneficio y el más alto beneficio de todos" WD
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